Una torpeza fue lo que causó la tragedia del Costa Concordia

El capitán quiso hacer un gesto para un compañero pero no midió las consecuencias. Seis personas murieron por el hundimiento del crucero italiano

Lunes 16 de enero de 2012, elcomercio.pe

(Foto: Captura)

No fue el clima, un desperfecto técnico o producto del azar. El hecho de que el crucero Costa Concordia, que viajaba sosegadamente en las aguas del  Mediterráneo, se desviara de su ruta y se acercara superando el límite de 150 metros en la isla de Giglio (para después chocar y hundirse), fue producto de un gesto, un juego, un hábito. Nadie hubiera pensado que acabaría en tragedia.

Es una vieja costumbre que pasajeros de los cruceros saluden a los pobladores de las orillas del continente. Pero esto no estaba previsto para el Costa Concordia la noche del viernes. Según el diario “Corriere della Sera”, la versión final del error cometido por el capitán Francesco Schettino (hoy detenido por negligencia y abandono de la nave) se trató de un torpe juego que el marino le hizo a dos tripulantes amigos.

UN GESTO “SIMPÁTICO”

Antonello Tievoli, el único gigliano de la tripulación, era el maitre (jefe de comedores) del crucero. Era un experimentado, pues trabajaba 12 años en estas embarcaciones. Pero ese día no debía estar allí: supuestamente tenía vacaciones desde una semana antes, pero la falta de un reemplazo lo obligó a postergar su salida.

Es acaso por ese motivo que el capitán quería compensarlo y lo llamó: “Antonello, estamos encima de tu Giglio”, dijo Schettino, intentando hacer un gesto simpático. Tievoli, al ver a su isla muy cerca (150 metros) solo atinó a decir: “Ojo que estamos pegadísimos a la orilla”. Demasiato tarde.

Según indica el medio italiano, el otro destinatario del saludo no se encontraba a bordo. Mario Palombo era un legendario capitán retirado cuyos padres eran de aquella isla. El hombre era aficionado a ese tipo de “acercamientos” a la tierra. No obstante, se retiró el 2006 porque tuvo un infarto. Entrevistado por el citado medio en su propia casa, indicó que él “siempre acordaba esos acercamientos con comandancia” y que no entiende qué pasaba por la cabeza de su colega.