sábado, 30 de mayo de 2009

Las hormigas son los insectos más humanos, afirman los expertos

Alineación al centroLas hormigas son los insectos más humanos, afirman los expertos

Han desarrollado sociedades de extraordinaria complejidad y coordinación. Practican la agricultura, tienen ganado y ejércitos, y capturan esclavos

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Washington (EFE).- Practican la agricultura, tienen ganado y ejércitos, y capturan esclavos, pero no son un pueblo humano sino hormigas, cuyas costumbres similares a las nuestras son motivo de estudio en la mayor colección de especímenes del continente.
Está en el tercer piso del Museo de Historia Natural de Washington, en una sala bañada de luz florescente blanca donde se percibe un ligero olor a formol.
Allí arriba, tan lejos de la tierra, se conserva el mayor registro biológico de hormigas del continente americano, con más de un millón de especímenes ensartados en un bosque de alfileres.
Pertenecen a 5.000 especies diferentes, desde las “culonas” cortadoras de hojas, un manjar en Colombia, hasta las cazadoras de insectos.
Con 12.000 especies conocidas hasta ahora y otras 8.000 sospechadas pero aún no descubiertas, la hormiga es uno de los insectos de mayor éxito en el planeta y, sin embargo, sólo captan la atención de los niños o de los adultos cuando las pequeñas manchas negras con patas marchan en fila india por la cocina.

Ted Schultz, el encargado de la colección, ve en ellas una de las piezas fundamentales de la naturaleza.

“Las hormigas son un componente clave de todos los ecosistemas. Si se las sacara, la mayoría de ellos se colapsaría. Ellas limpian desechos y comen insectos que si no crecerían de forma explosiva”, dijo Schultz.

Este entomólogo ha dedicado su vida a entenderlas y lo que ha descubierto suena extrañamente familiar.

Su especialidad son las 200 especies de hormigas “agricultoras”, que cultivan hongos desde hace 50 millones de años y que existen únicamente en el continente americano.

Los alimentan en “huertas” subterráneas con materia vegetal o en descomposición, dependiendo de la especie, e incluso cultivan una bacteria en el exterior de su cuerpo que actúa como un antibiótico contra las enfermedades de los hongos.

“Por sí mismas, las hormigas no pueden producir su propia comida, pero cuando cada una hace su trabajo, crean algo tan complejo como la agricultura”, explicó Schultz.

También las hay “ganaderas”, que cuidan de “manadas” de pulgones y se alimentan de una sustancia que ellos excretan.

Más inquietantes son las que sobreviven mediante la trata de esclavos. Los capturan en ataques a otros hormigueros, de donde se llevan las larvas, que tras nacer en su hogar extraño cuidan de sus amos, sin saber nunca su origen ilícito.

Así, pese a contar con un cerebro minúsculo y un repertorio muy limitado de comportamiento individual, las hormigas han desarrollado sociedades de extraordinaria complejidad y coordinación, que llegan a tener millones de individuos.

Pero al contrario que en las comunidades humanas, en las de himenópteros no hay diferencias internas, según destacó Jefferey Sosa Calvo, un estudiante colombiano de doctorado que investiga en el museo.

“La sociedad de las hormigas es más uniforme, más altruista, todo va en beneficio de la colonia”, explicó Sosa Calvo, quien apuntó que las obreras, que son estériles, incluso renuncian a tener hijos para el bien de la especie.
Lo que no se sabe aún es el por qué de esa obediencia ciega a los comandos de la reina, según él.

La similitud y diferencias con los seres humanos es el eje central de una exposición que el museo abrirá el sábado, titulada “Agricultores, Guerreros, Constructores: La vida oculta de las hormigas”.

Consiste en 39 fotos asombrosas de Mark Moffett, en las que revela con detalle microscópico las facciones de un insecto que a veces parecemos no ver.
El museo también exhibirá un molde de aluminio de un hormiguero de casi 2 metros de profundidad y una colonia con habitantes de verdad.

Las fotos reflejan la gran variedad de hormigas que existen, todas hijas de una especie aún existente en la Amazonía, la Martialis heureka, de la que sólo se tiene un espécimen, conservado en una colección de Sao Paulo, según Sosa Calvo.

Esa hormiga, a su vez, descendió de una avispa hace unos 130 ó 140 millones de años, cuando por la Tierra se paseaban los dinosaurios.

La clave de su éxito ha sido su carácter social, un mensaje que queda claro en los archivadores gigantes que guardan los especímenes del museo.

Mientras, abajo, en los espacios abiertos al público, los humanos suben escaleras, las bajan, curiosean, llenan corredores y buscan comida.

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