Hace 75 años Hitler acabó con Röhm en una «noche de cuchillos largos»
La propaganda nazi justificó las acciones del 30 de junio y el 1 de julio, cuando se produjeron el arresto y asesinato de Röhm y sus colaboradores más cercanos, alejando la necesidad de conjurar un golpe de estado inminente.
Hace 75 años Adolf Hitler consolidó su poder al liquidar, en la llamada «noche de los cuchillos largos», a su principal rival dentro del nacionalsocialismo, Ernst Röhm, jefe del cuerpo paramilitar SA y enemigo del pacto con las viejas élites que habían sellado los nazis.
La fecha del 30 de junio de 1934 tiene algo de particular porque, pese a ser una de las primeras masacres perpetradas por los nazis, en esta ocasión resulta difícil contar la historia acogiéndose al patrón que muestra una dicotomía de verdugos y mártires inocentes.
La «noche de los cuchillos largos» no responde tanto a la voluntad de exterminio que caracterizó al nazismo como a la frialdad maquiavélica de Hitler y sus colaboradores más cercanos para deshacerse de un aliado incómodo y hasta peligroso para sus objetivos a medio plazo.
La SA (Sturmabteilung) era, hasta ese momento, la organización paramilitar más importante dentro del partido nazi. Röhm había logrado aumentar su número de militantes que en 1934 llegaron a ser más de 3 millones y, pese a las reservas del ejército, había conseguido que siguiera siendo una organización armada.
Tras la llegada al poder de los nazis en 1933, Röhm empezó a quejarse muy pronto de que en el partido se había llegado a un pacto con fuerzas tradicionales, empezando por el Ejército, y a propugnar una «segunda revolución» que barriera con lo que quedaba del antiguo imperio guillermino y de la República de Weimar.
En el futuro, según Röhm, las SA deberían convertirse en un ejército de milicianos y absorber al viejo ejército. Además, pretendía que las élites financieras y empresariales -y no sólo los judíos- fueran desplazadas por nuevas fuerzas.
El programa político de Röhm iba claramente en contra de los pactos que, en su camino hacia la guerra, había cerrado Hitler con el ejército y los principales círculos empresariales. En ese sentido, la «noche de los cuchillos largos» fue, ante todo, una purga interna dentro del nazismo, que contó con el aplauso y el apoyo de buena parte de los militares.
La propaganda nazi justificó las acciones del 30 de junio y el 1 de julio, cuando se produjeron el arresto y asesinato de Röhm y sus colaboradores más cercanos, alejando la necesidad de conjurar un golpe de estado inminente.
Con la muerte de Röhm, no quedaba nadie dentro del nazismo que pudiera resultar una amenaza para Hitler. El papel de las SA como brazo armado del partido en el futuro lo tendrían las SS, con un papel clave en la «noche de los cuchillos largos» y de cuya lealtad a Hitler no había duda.
Röhm era, por otra parte, un homosexual reconocido y sólo después de su muerte los nazis radicalizaron la persecución de los homosexuales. Hitler sostuvo que tuvo conocimiento de la orientación sexual de Röhm después de la «noche de los cuchillos largos» y se declaró consternado.
Pero esa versión ha sido considerada siempre poco creíble, ya que incluso durante la época nazi circuló un chiste según el cual Hitler iba a estar más consternado aún cuando se enterase de que Hermann Göring era gordo y Joseph Goebbels cojo, ambas características evidentes para cualquiera y que desentonaban con la idea de superhombre ario tanto como la homosexualidad de Röhm.
Otros mantienen, como el escritor Lothar Machtan, que la «noche de los cuchillos largos» se explica en que Hitler también era homosexual y que Röhm lo sabía. Según su teoría, que explica en su libro «El secreto de Hitler» (Planeta), la «noche de los cuchillos largos» habría estado ante todo destinada a ocultar la homosexualidad de Hitler.
Esa hipótesis, sin embargo, no pasa de ser una curiosidad dentro de las explicaciones históricas que suelen concentrarse en analizar lo ocurrido la noche del 30 de junio al 1 de julio de 1934 en el marco de una lucha de poder en el interior del nacionalsocialismo.
Muchos suelen preguntarse cómo hubiera cambiado la historia si esa lucha la hubiera ganado Röhm. El fundador de la revista «Der Spiegel», Rudolf Augstein, sugirió en una ocasión que tal vez la persecución de los judíos, con Röhm como Führer, no hubiera tenido la misma prioridad que tuvo bajo Hitler.
Otros creen que Röhm, aún imponiéndose ante Hitler, no hubiera logrado mantenerse en el poder pues su radicalidad a la hora de acabar con el antiguo régimen no le hubiera permitido las alianzas estratégicas en las que se apoyó Hitler.
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